Primer quehacer
Como las lobas y los lobos, las mujeres tenemos una aguda perspicacia, un espíritu juguetón y una elevada capacidad de querencia, cualidades que se nos transparentan en la piel cuando nuestro profundo yo se hace presente.
Cuando aparece, hacemos a un lado el orgullo y los prejuicios, dejamos que resurja lo salvaje que llevamos en la piel del alma, porque se nos incrusta con la sutileza de un viento que no pide permiso y nos gusta. Dejemos que llegue el momento para decidir buscar a esa mujer que todas llevamos dentro, de ir a su reencuentro.
Y cuando empezamos a creer que existe nuestro yo profundo, sigamos su huella, observemos con cuidado, hagamos una pausa…, démonos tiempo y permiso, quebrantemos las normas y aventurémonos a detener nuestra existencia, y si es necesario la rotación del mundo, para continuar en el camino de nuestra exploración, porque ya no podemos ni queremos separarnos de ese ser que también somos.