Hace algunos años, ante el asombro inevitable de su recaptura, escuché y registré su fecha de nacimiento y casi como instinto calculé su numerología. Los números que hablaban de su destino también me sorprendieron, aunque con sentido distinto. Nunca me había tocado una combinación tal. Sin embargo, pensando en lo que conocía de su vida, me pareció congruente. 

Sus números positivos hablaban de un líder nato, de un profesional de los negocios, de un hombre capaz de construir el emporio que logró. Lo negativo de sus números reflejaban la evasión absoluta. Y al ver su mirada impávida ante lo que seguramente significaría el final de su “éxito”, no cabía duda de la validez de lo que decían sus números. 

Después de esa reflexión, mi mente voló hacia otros pensares. Lo ubique en el pueblo donde nació, que es el mismo en el que nació mi padre. Se me ha dicho que las coincidencias no existen. Se me ha dicho que todo tiene un sentido, el caso es descifrarlo. Pero en ese momento no me interesaba en ello. Más bien me enfoqué en los hubiera, que, aunque sin mucho caso, siempre pueden resultar interesantes, especialmente cuando se deja volar la imaginación. 

Por la edad del hombre y la mía, pensando en que, de cualquier modo, mi padre me hubiera engendrado, el susodicho podría haber sido mi hermano. Entonces los hubiera crean bifurcaciones, y aunque las posibilidades son infinitas planteo tres escenarios:

A: mi padre, hombre de bien cómo fue, aun quedándose en su pueblo, sin mucha educación, pero con principios inculcados por sus padres y abuelos, su capacidad de liderazgo, creatividad y sentido del bienestar de sus semejantes, hubiera encontrado la manera de superarse y encausar la inteligencia de su hijo como lo hizo con su vida, la mía y la de mucha gente con la que se topó. Idealista, como fue, hubiera construido una alternativa de desarrollo sustentable para la gente de su pueblo. En este caso, sus hijos hubiéramos estudiado, seguramente fuera del pueblo, seríamos profesionales y él, no me cabe duda, en extremo exitoso. Gran líder y negociante. Badiraguato sería un emporio, por ejemplo, del mármol, además de un lugar turístico, especialmente por la magia de su serranía. Habríamos generado riqueza, con y para todos.

B: mi padre, hombre ambicioso cómo fue, si no hubiera tenido la oportunidad de estudiar, si los caminos se le hubieran cerrado y los principios olvidado, hubiera podido ser quien involucrara a aquel hijo en el negocio del mal. Entonces la familia entera viviríamos al borde del abismo junto con él, que seguramente hubiera superado con creces a “nuestro” padre. 

C: si mi padre hubiera salido de su pueblo y estudiado como lo hizo, y además hubiera sido padre de aquel niño, que se hubiera criado en un ambiente diferente, habría generado las condiciones para el desarrollo de sus capacidades extraordinarias de organización, liderazgo y gran visión, con un sentido diferente.

Los pueblos de México tienen magia, la gente está unida por las tradiciones, la familiaridad, la cercanía, hasta por los chismes y especulaciones. Lo que requieren para progresar son proyectos creativos que involucren a la población, que los tomen en cuenta, que propicien la generación de recursos, comercio y, a partir de ello: desarrollo. Requieren de líderes comprometidos que más allá de los intereses políticos y económicos individuales, estén dispuestos a organizar a la gente en el logro de objetivos comunes que traigan bienestar público.

Si el Chapo hubiera sido hijo de mi padre, su vida podría haber sido muy diferente. Ya sé, los hubiera no existen, pero los puede ser, sí. Actualmente hay muchos niños y jóvenes que nacen en ambientes que los corrompen, que los llevan por caminos que podrían parecer fáciles, pero resultan cortos, insatisfactorios y trágicos. No solamente sus padres tienen la capacidad de evitarlo, es la comunidad entera que puede participar para que eso no suceda.

Cambiemos los hubiera por los podría, ayudemos a bifurcar caminos hacia el bienestar, ahora de un niño o un joven, más delante de familias y comunidades.

Jatzibe Castro

Imágenes de portada e interiores: Campos de amapolas (Suiza) | Fotos: Cintia Martínez Estrada.





 

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