En esta ocasión escribiré sobre el texto Pensar por sí mismo, de Sara Rivera, publicado hace unas semanas en este espacio. Es un excelente ensayo, ya que contiene los elementos básicos: tesis, lenguaje científico y a la vez divulgativo, fuentes de sustento y creatividad expresiva. Centraré mi análisis en la tesis y en la creatividad expresiva, y aprovecharé que conozco a la autora para reflexionar un poco en torno a sus motivaciones.

La autora cuenta con una formación académica destacada y una tradición lectora arraigada en su cotidiano. Es pensadora brillante, escritora profunda, docente consciente y dedicada y mujer analítica, crítica, tímida y sensible. Sé, porque ella lo compartió, que lo que originó la realización de este ensayo fue el enojo que le provocó un texto mal sustentado y con muchas deficiencias de forma y fondo. No obstante, aceptando que su reflexión tiene amplio sentido racional, sustento teórico y no creo que alguna persona pensante pudiera estar en desacuerdo, podría ser una utopía en este mundo nuestro.

Identifico como el meollo del texto: más vale pensar por sí mismo y asumir los efectos.

Siguiendo a Sara, “Pensar por sí mismo constituye uno de los triunfos más inusuales que el ser humano puede alcanzar a lo largo de su vida. Implica la delicada operación de someter la experiencia a juicio propio usando mecanismos racionales, cognoscitivos, creativos, objetivados, pues no hay nada más traicionero que el corazón, las emociones y las ideologías”, considero que, a pesar del gran triunfo que significa tener la capacidad de pensar -porque la mente puede examinar el hábitat por medio de los estímulos que recibe a partir de los sentidos y reaccionar en consecuencia-, aislarnos del entorno y la influencia que ello ejerce irremediablemente sobre nosotros, incluso desde antes de nacer, resultaría prácticamente imposible. Por ello la lucha que hay que librar desde nuestra capacidad pensante, que inicia desde el momento en que empezamos a interactuar con el mundo -observando, identificando símbolos y conceptos por medio de los cuales nos relacionamos con los demás-, se va haciendo más compleja en la medida en que se incrementa potencialmente la información que recibimos por diversos y múltiples medios. Sin mencionar que, además, debemos desarrollar la capacidad de discernir entre lo que los demás piensan y nos dicen, de lo que nosotros construimos a partir de la experiencia y el juicio.

Me parece adecuada, precisa y determinante, la forma en que la autora sustenta su tesis en ejemplos de personajes de la historia que, teniendo una capacidad e inteligencia intelectual y social superior, desisten de ello ante los embates de quienes no aceptaron su brillantez y sus propuestas, revolucionarias en su tiempo. No puedo estar en desacuerdo con su planteamiento.

Sin embargo, creo que tal vez lo más difícil no sea precisamente pensar por sí mismo, aunque de hecho realmente lo sea, tal vez lo más difícil sea atrevernos a expresar nuestra posición, particularmente si es diferente de la predominante.

Y entonces, recurrimos a los métodos que menciona Sara: el silencio, la molicie (que entiendo como el aislamiento) o la somnolencia, pero ¿para no pensar? O más bien, para no enfrentar, confrontar, expresar la diferencia, porque eso es lo que creo que hace la gente que, aunque decida tener su propia visión del mundo, no la comparte.

El texto me provoca reflexión en cada párrafo, es denso y contundente, expresa un enojo contenido en las palabras que, sin embargo, son el resultado del pensamiento propio de la autora que logra expresar lo que sostiene. Ella piensa por sí misma y se enoja con quienes, desde su mirada, deciden no hacerlo.

Me parece que el texto también expresa cierta desesperanza, ante la realidad, al decirnos: “Todos los días los hechos trastocan al juicio, estresan el entendimiento, pese a ello, guardar silencio hará pasar al tonto por sabio y al sabio por triste” y yo agregaría, al listo por abusivo, pero también triunfador. El tonto al callar puede mostrar lo que no es, puede engañar, acaso sin darse cuenta. El sabio, al percatarse y decidir callar, se envolverá en la tristeza que significa la consciencia-impotencia. El listo, por su parte, no sé que tan consciente o si parte de algo que lo rebasa y no comprende, creará el embudo que absorbe al tonto y al sabio en la vorágine del consumismo de todo, hasta de ideas que asumes porque te abaten antes.

No pensar por sí mismo, hijo de la procrastinación, supone la continuidad de las estructuras jurídicas y políticas de una cultura” y yo diría… mucho más. No pensar por sí mismo, o incluso, pensar por sí mismo y decidir contenerte… La autora es rotunda al final, invita desde algo que podría llamar furia, a repensarse la decisión de quedarse quieto-silente y dejarse llevar por la corriente, y si la decisión persiste, asumir las consecuencias.

Sara utiliza un lenguaje creativo e ilustrado que fluye del enojo a la pasión, de la búsqueda de símbolos que expresen sus ideas al encuentro de pensamientos brillantes que lo logran.

Ahora bien, relacionando el texto de Sara con El miedo a la libertad, no pensar por sí mismo, parafraseando a Fromm podría ser como “la persona que se despoja de su yo individual y se transforma en un autómata, idéntico a los millones de otros autómatas que lo circundan”, que, ya no tendría “por qué sentirse sola y angustiada y, sin embargo, el precio que paga por ello es muy alto: nada menos que la pérdida de su personalidad” (1971: 224).

Fromm también dice: “La incapacidad para obrar con espontaneidad, para expresar lo que verdaderamente uno siente y piensa, y la necesidad consecuente de mostrar a los otros y a uno mismo un seudoyó, constituyen la raíz de los sentimientos de inferioridad y debilidad.” Sentimientos que pueden ser similares a lo que significa reprimir o “tener que” reprimir, evadiendo, consciente o inconscientemente, lo que uno mismo piensa, a raíz del sometimiento ante las estructuras sociales (iglesia, familia, escuela). El pensamiento crítico e independiente y la libertad de expresarlo son conceptos inherentes al ser humano que, sin embargo, han de formarse, inculcarse, estimularse, y las instituciones sociales no siempre y más bien casi nunca, se lo proponen.

Concluyo con otra cita de Fromm que queda como anillo al dedo: “Seamos o no conscientes de ello, no hay nada que nos avergüence más que el no ser nosotros mismos y, recíprocamente, no existe ninguna cosa que nos proporcione más orgullo y felicidad que pensar, sentir y decir lo que es realmente nuestro (1971: 306).”

Por ello, volviendo al ensayo de Sara Rivera, y siendo que, “pensar por sí mismo constituye (o debería constituir) uno de los triunfos más inusuales que el ser humano puede alcanzar a lo largo de su vida”, sería recomendable la búsqueda de caminos que lleven cada vez más a la gente a decidir tomar el riesgo de la libertad.

Jatzibe Castro

Referencias

FROMM ERICH, El Miedo A La Libertad, Buenos Aires: Paidós, 1971.

http://www.somosmass99.com.mx/pensar-por-si-mismo/

 

Imágenes de portada (detalle) e interiores: La Maquinaria. | Autora: Jatzibe Castro.

 

 

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